Mujeres de negro (poema)

Sonidos de guerra sonaron
en las fértiles tierras del Ebro
malos augurios acecharon
sobre las gentes de nuestro pueblo.
 
Ya están aquí, ya llegaron,
esos cuervos, esos buitres carroñeros
 que arrasaron nuestro campo
cuando sus frutos se estaban recolectando.

Ya llegaron como fieras
los seguidores del alzamiento,
(de Franco, de Mola,
del Duque, de Torrijos),
y desgarraron la inocente carne
de la gente de mi pueblo.
 
Nunca tocaron a muerto
las campanas de la iglesia,
el cura, pistola al cinto,
estaba ocupado en llevar
a sus vecinos camino a la muerte.
 
Los padres temblaron,
los niños y niñas temblaron,
las calles del pueblo temblaron,
y a sus valientes mujeres
sin poder llorar les dejaron.
 
Odio, dolor  y muerte
llegaron a todos los rincones
Alcalde, concejales, sindicalistas,
practicante, carpinteros, comerciantes,
anarquistas, campesinos, jornaleros,
alguaciles, maestros,
no importaba,
a todos había que llevar por delante.
 
Pedían libertad,
pedían para sus vecinos,
tierras en igualdad,
esa fue su  maldad.

(sigue…)

Tapias de cementerio, cunetas,
montes, tierras sin cultivar,
al abandonar a sus presas
a esos animales
les dio igual cualquier lugar.
 
Quisieron dar una lección
para que nadie pudiera olvidar,
más no tuvieron en cuenta,
que a los seres queridos,
ni se pueden, ni se deben  olvidar.
 
Ay Sartaguda llena de muerte,
Ay Sartaguda llena de dolor,
¡Oh tu Sartaguda! huérfana y olvidada
víctima de un genocidio vacio de razón.
 
¡Como me duelen! tus miedos,
tus silencios, tus llantos.
¡Como me duele! que tanto cristiano,
causante o cómplice, del dolor infringido,
al otro mundo se vaya,
sin ni siquiera perdón haber pedido.
 
¡Como aprecio tu sufrimiento,
tu trabajo, tu talante!
Para ser capaz, con toda la adversidad
de sacar familias y el pueblo adelante.
 
¡Ay Sartaguda!
 
Como aprecio de verdad,
el trabajo que “tus viudas”
esas mujeres de negro vestidas,
que con amor y sin odios,
supieron realizar.
 
Porque con su sabiduría, su buen hacer,
nos supieron transmitir,
que con odios y venganzas,
no se debe jamás vivir.
 
¡Ay  Sartaguda!
Gracias, por hacer que esta tragedia,
no se pierda en el tiempo
 y que no solo esté en la historia,
sino que forma ya, parte de nuestra memoria.

José Ramón Martínez
(ex alcalde de Sartaguda, miembro de la Asociación Pueblo de las Viudas)

 

Poema leído en los actos conmemorativos de la II República de 2012.